Ronchas, manos secas y granitos son reacciones que el calcio y el magnesio -que componen el sarro- producen en la piel. Cambiar el cabezal de la ducha una vez al mes es una realidad que afecta a más comunas que a otras. Pero la dureza es una característica transversal, y con él los problemas de corrosión en la piel y en las llaves de la casa. El monitoreo de la Superintendencia de Servicios Sanitarios asegura que los niveles de metal en el agua no son peligrosos para el consumo. Nada dicen de la resequedad y resquebrajamiento en la piel.
Hace 10 años la empresa de tratamiento del agua Vigaflow —de cuya filial, “Vigahome”, es representante ZP Gasfiters—, creó el Mapa del Agua con Sarro en el Gran Santiago con datos de la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS). “En principio, sobre 180 mg de carbonato de calcio significa agua muy dura a nivel internacional”, explica Christian Lillo. En Santiago, el agua de Vitacura es la más blanda, con 210 mg. Pero sí tienen niveles altos el agua de Huechuraba (690 mg), Quinta Normal (600 mg) y Maipú (590 mg).
La razón de por qué los santiaguinos tienen que seguir cambiando sus hervidores, sus duchas y comprar cremas hidratantes o tópicos para la irritación de la piel, está justamente en las características del agua que no se miden en la norma. Christian Lillo, de la Superintendencia de Servicios Sanitarios, lo confirma. Aguas Cordillera asegura estar invirtiendo en estudio de la dureza del agua con proyectos de investigación internacional para evaluar opciones que permitan reducirla. Pero no ha sido fácil, los costos son altos. No solo respecto al dinero, sino también a los recursos hídricos.
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