Tvo Tiltil

La primera primaria del resto de nuestra historia

La primaria de ayer domingo sin duda marca un hito en la historia reciente de nuestro país. A diferencia de los comicios de los últimos años, y especialmente con posterioridad al 18-O, en la elección de ayer se rompió la tendencia a la baja participación a pesar de el contexto pandémico, el fin de varias restricciones sanitarias, el inicio de las vacaciones de invierno y que fuera fin de semana largo. En esta elección también las reacciones fueron diferentes; dejamos atrás las frases hechas del tipo como “nosotros no perdimos, ganamos en experiencia”, “ganó la democracia”; y pasamos a un análisis más cercano a los hechos e interpretaciones reales. Pero por sobre todas estas consideraciones la elección de ayer constituye la consolidación de un nuevo escenario político y la obsolescencia de una matriz de comprensión política más bien propia del siglo XX.

Efectivamente la primaria, además de dos candidatos presidenciales, nos deja algunas señales claras; la más relevante es que los 3 millones de chilen@s que votaron ayer dijeron que no quieren candidatos que representen extremos políticos, y más concretamente que no quieren que la actividad política se limite a andar viendo comunistas en todos lados, o, en caso contrario de andar viendo anticomunistas en todos lados.

Llegados a este punto es necesario mencionar a ese 70% u 80% del padrón electoral que simplemente opta por no votar, y dejar esas decisiones a quienes si votamos. Sin embargo este grupo no será políticamente relevante mientras mantenga esa postura. Y es parte de un problema aún mayor dada su falta de conciencia política, aunque tal vez alguna medida reactiva como el voto obligatorio intente revertir esta situación.

También hay voces que reclaman que “la voz del pueblo” (un concepto tan manoseado como el de clase media, según mi convicción personal), aquella protagonista del estallido social, no está representada en el nuevo escenario… pues… tal vez si, tal vez no… habría que partir por definir quien carajo entonces representa esa voz, habría que preguntarse ¿alguien le impidió a esa voz estar presente (o competir, que cabe recordar que los triunfos garantizados son sinónimos de fraude)? Porque si es cierto que la voz de pueblo no esta presente en el nuevo escenario, y luego resulta que ese sentir popular simplemente no quiere ser parte de la lucha política… o, qué ocurre si esa voz solamente participaría contra la certeza de que se concretará una realidad idealizada donde todos seamos felices y nadie tenga necesidades.

La política es un terreno en constante movimiento; y en nuestro país hay aún mucho paño que cortar para concretizar los cambios que el conjunto de la sociedad parece exigir. Por lo pronto, y en tanto intentamos despejar las incognitas, resulta primordial que las y los ciudadan@s que se sientan marginad@s, tomen la decisión y se hagan parte del proceso; que cada quien busque su propio espacio en este nuevo escenario, siempre soñando un mundo mejor y con los pies bien puestos en la tierra.

Dejar de decidir pensando en el mal menor, resignándonos a aguantar permanentemente la injusticia abrigando tan solo la esperanza de que algún día las cosas cambien; y comenzar a decidir pensando en el bien mayor, atrevernos a dar pasos concretos que nos acerquen a un mejor futuro, sin rehuir el riesgo de tropezar o equivocarnos y asumiendo las consecuencias si esto ocurre; pero siempre con la convicción de que otro Chile es necesario y sobretodo posible.

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